Tenerife: Un viaje al corazón volcánico de Canarias

Las Islas Canarias, joyas del Atlántico son, en esencia, la manifestación visible de una intensa actividad volcánica que ha moldeado su paisaje y su identidad a lo largo de millones de años. Cada isla es un capítulo en la gran historia geológica, un testimonio de la fuerza imparable de la naturaleza.

Si bien todas las Canarias tienen un origen volcánico, hoy centraremos nuestra mirada en Tenerife, la isla más grande y diversa del archipiélago. Su formación y su geografía actual son un claro reflejo de la poderosa interacción entre el magma, el agua y el tiempo.

Imagen principal: Marek Piwnicki

 


Tenerife, la mayor de las Islas Canarias, es un destino donde la naturaleza despliega su fuerza y belleza. En el corazón de esta isla volcánica, el Teide se alza majestuoso, dominando un paisaje de cráteres, coladas de lava y bosques de pino canario.

Este viaje te sumerge en un entorno único, donde la historia geológica se entrelaza con la cultura local, ofreciendo desde senderos espectaculares hasta pintorescos pueblos costeros. Tenerife es más que sol y playa; es una aventura al alma ardiente de Canarias.

Crédito imagen: Maxim Berg

 

Formación de Tenerife

Tenerife, joya del Atlántico, nació de la furia volcánica hace unos 20-50 millones de años en el fondo oceánico.

Esquema de la Teoría de los bloques levantados. Crédito de la imagen: GEVIC.

Según la teoría de los bloques levantados, el magma ascendió desde el manto terrestre a través de fallas en el fondo marino, formando lavas almohadilladas por el rápido enfriamiento al contacto con el agua.

Estas erupciones submarinas, inicialmente tranquilas, se volvieron explosivas al acercarse a la superficie, acumulando materiales que construyeron la isla bajo el mar.

Hace unos 7 millones de años, al final del Mioceno, emergieron tres islas independientes: Teno, Anaga y Adeje.

Con el tiempo, un segundo ciclo volcánico más intenso, iniciado hace 3 millones de años, unificó estas formaciones en una sola isla. Este período dio lugar al Edificio pre-Cañadas, seguido por los edificios Cañadas I y II, que alcanzaron más de 2.500 metros y generaron materiales explosivos, como las Bandas del Sur.

Fotografía de Las Cañadas del Teide realizada por un miembro de la tripulación de la ISS en el año 2006. Crédito de la imagen: NASA, ISS013-E-23272 (8 de junio de 2006)

 

Hace 800.000 años, deslizamientos gravitacionales formaron los valles de La Orotava y Güímar, mientras la Cordillera Dorsal, la estructura más alta y extensa del archipiélago, se alzaba con 1.600 metros.

Finalmente, hace unos 200.000 años, las erupciones en la Caldera de Las Cañadas levantaron el imponente Pico Viejo-Teide, coronando el paisaje actual.

Este proceso, combinado con la erosión y la actividad de un punto caliente, esculpió la compleja topografía de Tenerife, con sus barrancos, acantilados y valles, creando un escenario natural único que sigue fascinando al mundo.

 

Orografía y Paisaje: La huella volcánica de Tenerife

 

Tenerife es un espectáculo geológico esculpido por millones de años de actividad volcánica y erosión.

En su corazón se erige el Teide, con 3.715 metros, el pico más alto de España y símbolo de la isla, enclavado en el Parque Nacional del Teide, un paisaje lunar de colores vibrantes y formaciones únicas como el Roque Cinchado y Los Azulejos, teñidos por actividad hidrotermal.

La semicaldera de Las Cañadas, con la montaña de Guajara (2.718 m) y el Llano de Ucanca, completa este escenario central.

La isla se diversifica en macizos antiguos como Anaga, Teno y Adeje, con relieves escarpados y barrancos profundos. Anaga, con la Cruz de Taborno (1.024 m), y Teno, con los acantilados de Los Gigantes (hasta 500 m), albergan bosques de laurisilva y pino, mientras Adeje, con el Roque del Conde (1.001 m), muestra un paisaje más desgastado.

Roque del Conde. Crédito de la imagen: Ayuntamiento de Adeje.

Las dorsales, como la Cordillera Dorsal (hasta 2.350 m en Izaña) y la dorsal de Abeque, conectan estos macizos con conos volcánicos y huellas de erupciones históricas, como la de Chinyero (1909).

Valles como La Orotava y Güímar, formados por deslizamientos masivos, contrastan con barrancos protegidos como el del Infierno. Las costas, más abruptas al norte con playas de arena negra, y más suaves al sur con arenas claras, suman 67,14 km de litoral playero.

Valle de la Orotava. Crédito de la iamgen: Überraschungsbilder.

Además, tubos volcánicos como la Cueva del Viento, uno de los mayores de Europa, revelan el legado subterráneo de la isla. Esta diversidad orográfica, desde picos nevados hasta acantilados y playas, hace de Tenerife un paraíso natural.

 

Erupciones históricas de Tenerife

Tenerife tiene una rica historia de erupciones que han moldeado su paisaje, y en algunas casos, han impacto significativamente a sus habitantes. Aunque es el Teide el primero que nos viene a la cabeza, muchas erupciones han ocurrido en diferentes zonas de isla, tanto dentro como fuera del Parque Nacional del Teide.

Se estima que en Tenerife hay 11 volcanes principales y más de 300 conos volcánicos.

 

Volcán de Boca Cangrejo – 1492

Se trataría de la primera erupción histórica de Tenerife y una de las primeras de Canarias. Aunque su desarrollo no está bien documentado, los materiales emitidos se conservan bien, ofreciendo un valioso objeto de estudio para erupciones históricas.

El volcán Boca Cangrejo, ubicado en la dorsal noroeste de Tenerife, a unos 2 km al sur del volcán Chinyero (última erupción en 1909), es un volcán estromboliano con bocas eruptivas alineadas y un cráter principal abierto al oeste.

Sus coladas, de composición basanítica intermedia y textura afírica-vesicular, cubren 6,89 km² con un volumen aproximado de 0,03 km³, extendiéndose hacia el suroeste.

Aunque la duración exacta de la erupción es incierta, su cono de bajo volumen y la limitada dispersión de piroclastos sugieren una actividad breve y poco explosiva.

Dataciones recientes (C14) de carbón bajo las lavas indican que ocurrió entre 1430 y 1660 d.C. (95% de probabilidad), relacionándola con un evento eruptivo descrito por Cristóbal Colón en su primer viaje a América, lo que ha generado debate sobre el volcanismo histórico en Canarias.

Parte de sus coladas y centros eruptivos se encuentran dentro del Parque Natural de la Corona Forestal.

Volcán de Boca Cangrejo. Crédito de la imagen: IGME (Instituto Geográfico y Minero de España).

 

Erupción múltiple de Fasnia, Siete Fuentes y Arafo – 1704 a 1705

La erupción de Fasnia, Siete Fuentes y Arafo destaca por mostrar la dinámica fisural típica de los edificios dorsales de Canarias.

Con una intensa sismicidad preeruptiva, fue la erupción más letal del archipiélago, lo que la hace crucial para evaluar el riesgo en erupciones monogenéticas.

La erupción generó los volcanes de Siete Fuentes, Fasnia y Arafo a lo largo de una fractura escalonada de más de 10 km. Duró casi tres meses (31 de diciembre de 1704 a 27 de marzo de 1705), tras una intensa crisis sísmica que comenzó semanas antes y causó graves daños en los valles de La Orotava y Güímar, destruyendo más de 70 casas, una iglesia y dejando al menos 16 víctimas, el mayor número de fallecidos en erupciones históricas de Canarias.

La erupción inició con una fisura de 300 m cerca de la pared de Diego Hernández, formando un pequeño edificio en herradura.

El 5 de enero de 1705, el volcán de Fasnia activó una fractura de 1,3 km con conos de escorias y coladas que recorrieron 7 km por el Barranco del Volcán.

Finalmente, el 2 de febrero, el volcán de Arafo, en la caldera de Pedro Gil, produjo coladas que cubrieron 3,75 km², llegando cerca del mar en El Socorro. La fuerte sismicidad asociada, sentida en Tenerife y La Gomera, destruyó estructuras en Güímar, La Orotava, Los Realejos y Candelaria.

Esta erupción es clave para evaluar el riesgo volcánico en Canarias debido a su impacto y dinamismo.

Actualmente, los volcanes están protegidos: Fasnia en el Parque Nacional del Teide, Siete Fuentes y Arafo en la Corona Forestal, y parte de las coladas de Arafo en el Paisaje Protegido de Siete Lomas.

Crédito de la imagen: IGME (Instituto Geográfico y Minero de España).

 

Volcán de Garachico (Arenas Negras) – 1706

Aunque los principales peligros de la erupción de Garachico, también llamado Volcán de Arenas Negras o Trevejo, estuvieron relacionados con los flujos de lava, esta erupción es un claro ejemplo de cómo un evento de baja peligrosidad puede generar un alto riesgo debido a condiciones geográficas propicias.

La erupción de Garachico (5 de mayo a 13 de junio de 1706) fue el evento volcánico con mayor impacto socioeconómico en Canarias, destruyendo casi por completo la ciudad y el principal puerto comercial de Tenerife en el siglo XVIII.

Emitió 0,045 km³ de material volcánico, cubriendo 7,6 km². Esta erupción basáltica fisural, con bajo índice de explosividad, se desarrolló a lo largo de una fractura NW-SE.

Inicialmente, generó fuentes de lava que formaron pequeños conos de spatter y flujos pahoehoe, evolucionando luego hacia un estilo estromboliano, con lavas concentradas en el sector suroriental de la fractura.

Óleo de Ubaldo Bordanova sobre le erupción del volcán de Garachico.

En menos de 12 horas, las coladas recorrieron 6,5 km, descendiendo por el flanco norte de la dorsal NW hasta un paleoacantilado de 500 m, donde cambios bruscos de pendiente favorecieron la formación de flujos piroclásticos y bolas de acreción, aumentando su poder destructivo. Las lavas modificaron la costa, desplazándola 250 m.

Aunque los principales peligros fueron los flujos lávicos, el evento muestra cómo un episodio de baja peligrosidad puede tener alto riesgo debido a condiciones geográficas favorables.

Los materiales eruptivos están protegidos en la Reserva Natural Especial del Chinyero y el Paisaje Natural Protegido de los Acantilados de La Culata.

 

Erupción de Chahorra – 1798

La erupción de Chahorra (1798), la última dentro del Parque Nacional del Teide, ocurrió en la falda occidental del Pico Viejo y fue la más violenta y prolongada (9 de junio a 8 de septiembre) del volcanismo histórico de Tenerife.

Emitió 12 millones de m³ de lava, contenida en el atrio de Las Cañadas. Conocida como “Narices del Teide”, esta erupción fisural basáltica, controlada por una fisura radial NE-SW del Pico Viejo, presentó centros de emisión a diferentes altitudes (más de 500 m de desnivel en una fractura de 800 m).

Esto generó cráteres superiores con morfologías de desgasificación y inferiores con flujos de lava, adaptados al flanco del estratovolcán.

Aunque forma parte del volcanismo monogenético de la dorsal noroeste, su dinámica está influenciada por la estructura del estratovolcán.

Actualmente, el conjunto eruptivo está protegido en el Parque Nacional del Teide, el Monumento Natural del Teide, y es un Lugar de Importancia Comunitaria, Zona de Especial Conservación y Zona de Especial Protección para las Aves.

Crédito de la imagen: Léa Deleligne.

 

Erupción del Chinyero – 1909

La erupción del Chinyero de 1909, la última en Tenerife, fue un evento estromboliano de alta explosividad, aunque breve (18 al 28 de noviembre), con un notable impacto socioeconómico.

Su estudio es clave para prever riesgos en una isla densamente poblada, mejorando modelos geológicos y herramientas de predicción para futuras crisis volcánicas.

Los centros eruptivos, a 1.500 m de altitud, se formaron en una fisura de 625 m, creando un volcán en arco debido a la emisión de lavas basálticas olivínicas piroxénicas, que recorrieron hasta 4,5 km con un desnivel de 500 m.

La erupción comenzó con una fase violenta, dispersando piroclastos a más de 50 km, seguida de una etapa de baja energía con emisión alternante de lavas y cenizas, que cubrieron la vertiente norte de Tenerife por la acción de los vientos.

Bien documentada por testigos, esta erupción muestra un paisaje volcánico bien conservado. El cono y las coladas están protegidos en la Reserva Natural Especial del Chinyero, reconocida como Lugar de Importancia Comunitaria, Zona de Especial Conservación, Zona de Especial Protección para las Aves y Hábitat Natural de Interés Comunitario.

Volcán Chinyero, con el Teide al fondo. Crédito de la imagen: Mataparda.

 

Complejo estratovolcánico Teide-Pico Viejo

El Complejo Teide-Pico Viejo es el mayor conjunto de estratovolcanes de la caldera. El Teide, un estratovolcán, creció rápido formando un cono asimétrico con base semicircular de unos 5-2 km de diámetro.

Se alza desde los 2.000 m en las Cañadas hasta los 3.715 m en su cráter. Su base exacta es difícil de precisar, pues otros procesos eruptivos han tapado su base inferior.

 

Pico Viejo

El cráter de Pico Viejo, el más impresionante de Tenerife con 800 m de diámetro y 100 m de profundidad, revela una compleja historia eruptiva y destructiva clave para entender la formación de calderas.

Sus paredes pliocenas muestran coladas y piroclastos tefrifonolíticos atravesados por diques radiales. Tras el colapso inicial, una erupción fonolítica formó un lago de lava que desbordó, dejando terrazas consolidadas tras el descenso del magma por erupciones de flanco.

Un embudo de 300 m en el borde oeste evidencia una explosión freática por descompresión de un acuífero durante una erupción lateral, con depósitos de surges y brechas que cubren materiales de erupciones previas.

Pico Viejo. Crédito de la imagen: Marek Piwnicki.

 

El Teide

El Teide, un estratovolcán con una morfología dividida en una gran masa principal y un cono cimero, culminó su última erupción hace unos 1.150±140 años con las Lavas Negras, coladas fonolíticas obsidianas emitidas desde la cima.

Estas rellenaron el paleocráter de La Rambleta, una depresión en herradura de 850 m de diámetro y 3.555 m de altura, abierta al noroeste, y formaron el actual cono del Pico del Teide, de 720 m de diámetro, 160 m de altura y pendientes pronunciadas.

En la cima, un cráter semicircular de 70 m de diámetro y 45 m de profundidad emite fumarolas de 86 ºC con gases (vapor de agua, CO2, azufre y nitrógeno) y cristales de azufre por sublimación, explotados desde el siglo XVI para agricultura y pirotecnia, lo que limita su presencia actual.

Las Lavas Negras, emitidas radialmente desde la cima, alcanzaron mayor extensión en el flanco norte, deteniéndose a 690 m, mientras que en el sur fueron desviadas por una depresión cerca de Montaña Blanca.

Estas coladas destacan por sus canales lávicos, derrames laterales y bolas de acreción en Montaña Blanca, evidenciando la dinámica eruptiva del estratovolcán Teide-Pico Viejo, la última actividad registrada en este complejo volcánico activo.

Pico del Teide. Crédito de la imagen: Carolina de León.

 

El Carácter Volcánico de Tenerife: Leyendas, Adaptación y Patrimonio

 

La actividad volcánica ha moldeado no solo la geografía de Tenerife, sino también su cultura, mitos y estilo de vida, convirtiendo las erupciones en una fuerza creadora que define la esencia de la isla.

Mitos y Leyendas del Teide

La leyenda guanche de Guayota narra cómo Guayota, el diablo que habitaba en el volcán Echeyde (actual Teide), era el causante de la oscuridad y la destrucción. Un día, Guayota secuestró a Magec, el dios del sol, sumiendo a la isla en la noche perpetua.

Desesperados, los guanches clamaron a Achamán, su dios supremo, quien se enfrentó a Guayota. Durante días, la tierra rugió y el volcán escupió fuego, reflejando la titánica batalla. Finalmente, Achamán liberó a Magec y selló la boca del Echeyde, atrapando a Guayota en su interior para siempre.

Esta leyenda es una representación mítica de una gran erupción volcánica. Describe con precisión fenómenos como la oscuridad causada por las cenizas, los temblores y las explosiones, y el eventual regreso de la calma y la luz solar.

Es muy probable que esta historia sea un relato oral de la última gran erupción del Teide, ocurrida hace aproximadamente 1.100-1.200 años, transmitida a través de generaciones por una población que experimentó el evento directamente.

Otras historias hablan de espíritus en cuevas y almas errantes en los malpaíses, reflejando el respeto y temor a la naturaleza que ha marcado la identidad isleña.

Adaptación al Entorno Volcánico

Los habitantes de Tenerife han sabido adaptarse a su entorno. Los suelos volcánicos, fértiles aunque exigentes, han dado lugar a cultivos como la vid, que crece en cenizas para conservar la humedad.

La piedra volcánica define la arquitectura tradicional, y las galerías subterráneas para captar agua muestran la ingeniosidad local frente a los retos del paisaje.

Un Patrimonio que Vive

Hoy, el carácter volcánico es un orgullo de Tenerife y un imán para visitantes. El Parque Nacional del Teide, Patrimonio de la Humanidad, exhibe paisajes lunares, campos de lava y cuevas que narran millones de años de actividad volcánica.

Este legado no solo sustenta la belleza natural y el turismo, sino también la resiliencia y el espíritu de sus gentes, forjados por el fuego de la Tierra.

 


 

En resumen, la historia volcánica de Tenerife trasciende el simple relato de erupciones y formaciones geológicas; es el corazón de la isla.

Desde sus inicios bajo el mar hasta la imponente presencia del Teide, cada piedra, cada volcán, cada barranco y cada escenario reflejan un pasado ígneo que ha moldeado una isla de belleza única y una biodiversidad asombrosa.

Comprender esta profunda relación con la Tierra es esencial para valorar plenamente el patrimonio natural y cultural de Tenerife, un legado vibrante de la danza perpetua entre la naturaleza y el tiempo.

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